SUEÑO DE UN DEPENDIENTE DE BARBERÍA A LAS TRES DE LA TARDE, de César Moro

 


I

NADA

Ni las plumas que al carecer de norte

producen coaliciones estelares

ni el prolongado gemir de las sirenas

ni el vaivén de las casas al mediodía

ni las persiana cerradas sobre el crimen

ni el calor súbito de oportunidades inesperadas

ni el desarrollo progresivo de la estúpida sorpresa

Es icomprensible.

 

Si supieras decirme la hora del día

de un encuentro casual

 

China empenachada

inestable China honesta

camino venerable de ratas

la voz de tierra de las parteras

dormita venciendo en africanos trances

la solidez arcangélia de otomíes tiradores de rifle.

 

Era otoní

con un coche de verano

y una piel extensible para guardar relojes

un caballo de heno

para un invierno mediano

destinado a castañetear los dientes entre semana

pendiendo de un clavo herrumboso

vetusto

 

Era un japonés y tenía

un pez de alambre y pluma

contando cuentos de alambre

en orejas de esparto

si ahora tengo una soga

soy más rico que un cargador

más rico que un aspirante a canónigo

soy un amigo íntimo del Obispo de X.

 

Tengo caballos de carrera

fotografías de estrellas de cine

un cienpiés forrado de skungs

 

Corre tras el pekinés disfrazado de ballena de relojería

dispuesto a dar la hora cada veinticuatro horas

mientras la aguja recorre su distancia

tengo una peluquería

y unas coronas de papel dorado fino.

 

Si fuera tolteca dirían

éste es un tolteca de primera

debió de haber nacido a mediados de mayo

o algún otro mes

según el calendario más o menos antiguo.

 

Si fuera chino volaría con alas  de cuerda

y con zapatos de tennis

tendría mi borla de mandarín para domingos .

 

Me preguntaría la gente dónde queda China

y no sabría decirle si está en este mundo o salió

tendría varias hojas de papel de China

y escribiría con pincel asuntos chinos

sobre el cultivo de arroz

 

Si fuera sirio-libanés

no iría nunca en compañía a los restoranes

porque inmediantemente descubrirían que era una reunión

sirio-libanesa 

y no podría negarlo.

 

Si fuera caballo de carrera

tendría un sombrero de copa

un traje de etiqueta

y algunos frascos vacíos de aspirnia

coleccionaría botones para cuando me volviera tortuga

tendría zapatos de triple suela de fieltro

comería estopa y bebería petróleo

 

si fuera una cantante de ópera tendría ocho cines

prvados

sonoros y caldeados donde se diera eternamente mi fa

sobreagudo

 

Si fuera carbonero

tendría un palacio de diamantes en una playa de cartón

 

Un lebrillo de madera tosca incrustada de clavos

de hierro

para comer carbones ardientes

Si fuera farmaceútico

bebería cianuro en vasos de astrakán y de piel de sapo.

Y no saldria sino en las noches cubierto de obleas eléctricas.

 

Si fuera un coche de caballos

querría ser una locomotora abandonada en una playa

si fuera un tigre querría ser un Kiosko de periódicos

o un anuncio de teatros

o una botella de limonada

o el duque de Saint – Simon

o la peluca nueva de la señora de Motespan.

 

II

En Alaska era un globo aaerostático

teñido de azul cubierto de martas

destinado al transporte de agua caliente

tenía doce banderolas rizadas de pelo de cabra

bajo las tormentas me volvía un brioso alazán

Tahur bicorne

 

Las planicies de hielo dejaban oír música

de orquesta a la sordina.

 

Ni un sólo recuerdo sobre la blancura

una esperanza apenas de algo negro.

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