EL MILAGRO INNECESARIO, de EVGUENI EVTUCHENKO

 


Todo sería mucho más sencillo
y sin duda mejor y más inteligente
si no se me escapara a veces un ruego,
un ruego irreflexivo.

Entre la bruma densa,
envuelto en vestes largas, ha nacido
este blanco milagro innecesario
con una oscura nube de cabellos pecadores.

Al salir a la calle,
lo inesperado ha sucedido:
no había más que nieve sobre mí,
bajo mis pies no había más que nieve.

Estaba la ciudad pura y nevada.
Bajo la nieve amontonada había barro.

Parecían volar, entre la nieve inmóviles,
grúas altas envueltas en pelusa blanca.

¿Para qué, por qué y de dónde,
de qué amor insensato,
este nuevo milagro innecesario
se me ha venido encima?

Sería mejor la vida si me golpease,
si hiciese leña de mi ser,
en vez de regalarme con tan poco sentido,
pues sus regalos la hacen más dura para mí.

Eres buena, nada te puedo reprochar.
Pero precisamente por tu buen corazón
haces daño. Si no fueras tan bella
no serías tan fea.

Y ese dios que en el fondo de mí grita,
clavado en mis entrañas,
¿es acaso también un milagro innecesario
sin el que viviría más tranquilo?

Así, por calles blancas y desiertas,
juzgándome y juzgando a alguien más,
yo vagaba abrumado
por el terrible don de la belleza...

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