Apenas tocó el viejo el rincón del cielo
con la punta de su muleta se puso a
llover
Abajo un niño insultaba
a gritos
Una ventana se cerraba y la
calle volvía a la tranquilidad
Todo lo bueno me llega solo de arriba
La fuerza y la alegría
Nada de la tierra
En ella el sol brilla casual y debería reinar una noche
negra
El infierno no es menos placentero
Si pudiera cambiar de lugar
Con gusto iría a pie pues tengo
alas y si me descalzara no me
cansaría
Pero la poesía no existe en otra parte
Las calles que no acaban
Las casas cuya altura
y miradas nos abruman
A veces una sonríe
Una cortina se levanta
Un rostro se muestra entero
Y esto es todo lo que uno se lleva
Una imagen vive en algún sitio
El mago Abel había venido a ver a su amigo al que
había instalado desde hacía tres meses en un pequeño
cuarto de Montmartre
Si a veces el viento sopla para
sacudir los árboles y ahuyentar el
polvo a quién se lo debemos
Sin mí los niños no sabrían jugar
He enseñado a cantar a los pájaros
A los poetas a servirse de las estrellas y de las luciérnagas
sin confundirlas
He hecho malabarismos con el sol
y la luna
Así he creado la haltera
y el cielo
Alguien que recorría el pasillo se detuvo
De noche se habría podido ver a través
de los muros el desfilar de sombras
Unas luces se desplazaban
entre las puertas
Ligeros ruidos rozaban
los tabiques y pasaban mujeres
cantando
Más pálidas que antiguos recuerdos
Esa noche faltaba una llave en el tablero
El nuevo inquilino había
salido
Al partir se puede ya pensar en volver
Y los que nunca se extravían
En invierno la casa
parecía más sola a
causa de la nieve
Era un paisaje más lejano
A veces un triste puerto de mar
La casa permanecía sola en medio del lúgubre solar
Una bocina anunciaba la partida
a todos lo que se quedaban
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