EMBESTIDA A MI HOMBRO IZQUIERDO, de Gioconda Belli



Se van tus manos sobre mi mirada

la sostienes, la sueltas.

Embistes mi hombro izquierdo,

lo sitias desde el cuello,

lo asaltas con las flechas de tu boca.

Embistes mi hombro izquierdo

feroz y dulcemente a dentelladas.

con su modo redondo

de hacer pasar el tiempo entre los besos

y somos dos volutas de humo

flotando en el espacio

llenándolo con chasquidos y murmullos

o suavemente quedándonos callados

para explorar el secreto profundo de los poros

para penetrarlos en un afán de invasión

de descorrer la piel

y encontrar nuestros ojos

mirándonos desde la interioridad de la sangre.

Hablamos un lenguaje de jeroglíficos

y me vas descifrando sin más instrumentos

que la ternura lenta de tus manos,

desenredándome sin esfuerzo,

alisándome como una sábana recién planchada,

mientras yo te voy dando mi universo;

todos los meteoritos y las lunas

que han venido gravitando en la órbita de mis sueños,

mis dedos llenos del deseo de tocar las estrellas

los soles que habitan en mi cuerpo.

Una mansa sonrisa empieza a subirme por los tobillos,

se va riendo en mis rodillas

sube recorriendo mi corteza de árbol

llenándome de capullos reventados de gozo transparente.

El aire que sale de mis pulmones va risueño

a vivir en el viento de la noche

mientras de nuevo embistes mi hombro izquierdo,

feroz

y dulcemente

a dentelladas.

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