Yo
cociné tu corazón de fiera
y
el alma te sirvió su clavo.
Ahora
hay un dolor que nunca lavo,
ya
no filtra en nosotros primavera.
Con
algún lápiz me manejo el luto
y
voy al cementerio y cojo llamas,
mi
amor, que se ha bajado de las camas,
asume
cada noche el absoluto.
Por
eso te nombro (casi creces
en
la acera con polvo algunas veces).
Otro
martes al fin está lloviendo
Ay,
razono, comercio, trago espina,
y
unas ganas de amante y de asesina
me
tumban sobre ti, muerto tremendo.
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