TU, de Vladimir Mayacovski




Llegaste
con una ojeada
seria
tras el rugido,
tras la estatura
adivinaste simplemente al niño.
Cogiste
su corazón para ti sola,
y simplemente te fuiste a jugar con él
como una niña con la pelota.
Y todos,
como ante un milagro,
dijeron, aquí una dama,
allí una señorita:
¿Amar a uno así?
Te aplastaría.
Probablemente es una domadora.
Probablemente sale del zoo.
Y yo exulto de alegría.
Ya no hay
yugo.
Perdiendo la cabeza de felicidad
yo saltaba con un indio en una boda,
tan alegre estaba,
tan ligero me sentía.

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