"Ojalá
nos hubieran devorado los monos
bajo el ácido aliento de aquella callejuela del mercado,
en el amanecer húmedo y gris."
"Ojalá nos hubiéramos envenenado con aquellas almendras
[tan amargas,
mientras brillaba como nunca el sol."
"Ojalá te comieran el corazón los perros todavía,
bien lejos, amor mío,
los perros en la noche que te apartó de mí.”
¿Quién maldice en voz baja?
¿Quién susurra como nodriza loca entre los aleteos de la
[oscuridad?
Es alguien que se levanta a tientas y empieza a caminar
[entre los muertos;
alguien que roza un trapo o que pisa una sombra con un
[escalofrío.
El lugar está lleno de trastos, de alimañas y de polvo
[insistente por todos los rincones.
No hay sitio ni para una moneda por aquí.
Pero ella vuelve del revés los días, revisa los agujeros de
[las noches
hasta el vacío del final.
Una vez más aún, una vez más busca entre vidrios rotos la
[llave del error,
entre cuentas vencidas la cifra del fracaso,
entre ataduras sueltas el nudo del adiós.
iAh memoria, memoria,
cuando apilabas sólo encantamientos de hoy para mañana y
[después de mañana,
tenías las manos fervorosas y los ojos de transparente miel!
Mamá, papá, no me miren ahora desde allá, desde entonces,
como si mi destino estuviera anunciado por la fulguración de
[las estrellas,
como si fuera el ángel del futuro esplendor.
Sí, sí, todo estaba teñido con el color de los paraísos prometidos
y yo era como el sueño de la más absoluta, la más incorruptible
[de las primaveras.
Julieta suspendida del canto del ruiseñor hasta el veneno,
cada encuentro en el filo del cuchillo y cada cielo en ascuas:
el imposible triunfo del amor que siempre se traiciona.
Mamá, papá, recogieron los dados.
No seré ni siquiera como el punto luminoso de Keops para el
[amante,
ni mi ausencia será tiniebla sin remedio para nadie hasta el
[juicio final.
Pero bórrate ya, espejo infamatorio, espejo usurpador,
¿acaso hay alguien más infeliz que yo en este inalterable,
[mutilado universo?
"Te pertenezco", dijo. "¿Tanto como los ojos que no ves,
como la voz que clama en el desierto?”, dije,
"Tanto como tú misma. Tanto como el lugar del bien perdido.
Pero ésta es una historia para después del mundo", dijo.
¡Ah memoria, memoria,
tienes las manos frías y la mirada oscura de los que vuelven
[desde nunca!
Llevemos, de todos modos, esas habitaciones abismales,
esos parques con lluvia y aquel muelle donde sólo es verano.
No dejemos caer las lámparas guardianas ni las cartas tan frágiles:
pongamos en esta misma sal los besos, los adioses, los retornos;
guardemos cada piedra, cada sol, cada lágrima.
Y así, paso por paso, año tras año, hemos forzado el tiempo
reavivando el pasado boca a boca con el vino vertiginoso del
[porvenir
hasta ver el presente posado aquí o allá como un pájaro ciego.
Fue un incesante y arduo traslado subterráneo.
Ahora estamos cerca del final, de cara contra el muro que no cede.
Han caído ciudades; han pasado dinastías de hormigas.
Todos estos escombros han sido removidos, triturados,
[confundidos,
sin ninguna piedad, sin ninguna esperanza.
¡Ah memoria, memoria,
nos hemos deslizado varias veces por los alrededores de la
[eternidad,
donde alguien nos estará esperando cualquier día, "para después
[del mundo", como dijo!
Entonces ella se alza entre ráfagas frías y turbios remolinos
igual que las mendigas destempladas de los basurales,
y tropieza y escarba y maldice tu sombra todavía:
"¡Ojalá te comieran el corazón,
ya frío,
los perros en la noche que te alejó de mí".
bajo el ácido aliento de aquella callejuela del mercado,
en el amanecer húmedo y gris."
"Ojalá nos hubiéramos envenenado con aquellas almendras
[tan amargas,
mientras brillaba como nunca el sol."
"Ojalá te comieran el corazón los perros todavía,
bien lejos, amor mío,
los perros en la noche que te apartó de mí.”
¿Quién maldice en voz baja?
¿Quién susurra como nodriza loca entre los aleteos de la
[oscuridad?
Es alguien que se levanta a tientas y empieza a caminar
[entre los muertos;
alguien que roza un trapo o que pisa una sombra con un
[escalofrío.
El lugar está lleno de trastos, de alimañas y de polvo
[insistente por todos los rincones.
No hay sitio ni para una moneda por aquí.
Pero ella vuelve del revés los días, revisa los agujeros de
[las noches
hasta el vacío del final.
Una vez más aún, una vez más busca entre vidrios rotos la
[llave del error,
entre cuentas vencidas la cifra del fracaso,
entre ataduras sueltas el nudo del adiós.
iAh memoria, memoria,
cuando apilabas sólo encantamientos de hoy para mañana y
[después de mañana,
tenías las manos fervorosas y los ojos de transparente miel!
Mamá, papá, no me miren ahora desde allá, desde entonces,
como si mi destino estuviera anunciado por la fulguración de
[las estrellas,
como si fuera el ángel del futuro esplendor.
Sí, sí, todo estaba teñido con el color de los paraísos prometidos
y yo era como el sueño de la más absoluta, la más incorruptible
[de las primaveras.
Julieta suspendida del canto del ruiseñor hasta el veneno,
cada encuentro en el filo del cuchillo y cada cielo en ascuas:
el imposible triunfo del amor que siempre se traiciona.
Mamá, papá, recogieron los dados.
No seré ni siquiera como el punto luminoso de Keops para el
[amante,
ni mi ausencia será tiniebla sin remedio para nadie hasta el
[juicio final.
Pero bórrate ya, espejo infamatorio, espejo usurpador,
¿acaso hay alguien más infeliz que yo en este inalterable,
[mutilado universo?
"Te pertenezco", dijo. "¿Tanto como los ojos que no ves,
como la voz que clama en el desierto?”, dije,
"Tanto como tú misma. Tanto como el lugar del bien perdido.
Pero ésta es una historia para después del mundo", dijo.
¡Ah memoria, memoria,
tienes las manos frías y la mirada oscura de los que vuelven
[desde nunca!
Llevemos, de todos modos, esas habitaciones abismales,
esos parques con lluvia y aquel muelle donde sólo es verano.
No dejemos caer las lámparas guardianas ni las cartas tan frágiles:
pongamos en esta misma sal los besos, los adioses, los retornos;
guardemos cada piedra, cada sol, cada lágrima.
Y así, paso por paso, año tras año, hemos forzado el tiempo
reavivando el pasado boca a boca con el vino vertiginoso del
[porvenir
hasta ver el presente posado aquí o allá como un pájaro ciego.
Fue un incesante y arduo traslado subterráneo.
Ahora estamos cerca del final, de cara contra el muro que no cede.
Han caído ciudades; han pasado dinastías de hormigas.
Todos estos escombros han sido removidos, triturados,
[confundidos,
sin ninguna piedad, sin ninguna esperanza.
¡Ah memoria, memoria,
nos hemos deslizado varias veces por los alrededores de la
[eternidad,
donde alguien nos estará esperando cualquier día, "para después
[del mundo", como dijo!
Entonces ella se alza entre ráfagas frías y turbios remolinos
igual que las mendigas destempladas de los basurales,
y tropieza y escarba y maldice tu sombra todavía:
"¡Ojalá te comieran el corazón,
ya frío,
los perros en la noche que te alejó de mí".
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