- Mamá, otra vez está
la paloma en la ventana. Se posa cada día en el alféizar y a veces,
creyera que me hablara. Si no fuese porque ahora no puedo andar me
levantaría y volaría junto a ella...como antes.
- No estés triste
amor... Cuando queremos ser escuchados, cuando tenemos algo que
decir, parece que todo el universo teje su milagro para que las
palabras sean una pierna, unas manos, unas alas con las que volar
hacia otros lugares... Así que aquí te dejo un libro, volveré en
cuanto termine en la oficina, antes de comer – salió con el rostro
azorado por la pena. Siempre había sido una chica alegre...pero
ahora, después del accidente, su voz a duras penas se dejaba oír
por la casa. Sus profundos ojos reflejaban un mar de oscuros
pensamientos, una vidriera de deseos sumergidos en un choque frontal.
Se refugió en la
portada, acariciando la suave pasta plastificada, divagando entre las
letras del título, colgando los acentos, los puntos y las comas en
sus manos hasta quitarles el sentido a las frases...como a su vida.
- “Pies para qué os
quiero si tengo alas para volar”
- ¿Qué?
- “Pies para qué os
quiero si tengo alas para volar”
- Eso ya lo escuché
pero ¿qué demonios hace una paloma hablando?- la chica estaba tan
sorprendida que dejó caer el libro y ¡zas!¡todas las letras
cayeron por el suelo de la habitación! Desparramadas por aquí y por
allá comenzaban a levantarse corrían en todas las direcciones,
chocaban, reían y algunas hasta se agarraban a modo de amantes. Se
montaban encima de otras como copulando, ¡menuda orgía se
montó!comenzaron a multiplicarse en cuestión de segundos, se
encaramaron por las sábanas y comenzaron a pegar saltitos en
dirección a Marta. Al principio, le producían cosquillas, pero
luego comenzaron a hurgar y a hurgar en la herida de su pie amputado,
causándole una extraña sensación. ¿Pero qué estaba pasando?
¿Acaso se había vuelto loca? Palomas que le hablaban, letras que
cobraban vida... ¿qué era todo eso? Llegó a pensar que tal vez su
madre le había echado algún tipo de medicación en el café...pero
eso no importaba ahora...fuese lo que fuese ¡parecía tan real!
La paloma, que se había
posado en su hombro, cogió el libro con el pico, comenzó a
repiquetear encima de la portada y de las hojas y se desgarró ante
sí el velo blanco que cubría el epitelio del mundo mostrándose un
paisaje plagado de pinturas de Frida Khalo ¡pero con el rostro de
Marta! Marta comenzó a vomitar las letras que poco a poco habían
ido penetrando por su cuerpo. Ríos de frases y sentidos, comas,
puntos finales, conformaban el paisaje que se creaba casi al ritmo
del repiquetear de la paloma. Su pie hecho de letras volvía a estar
en su sitio ¡y ahora volaba!las alas eran dos emes gigantescas que
se le posaron en los hombros y la alzaron para tocar un rayo de luz
que dos eles (¡arsa!) dibujaban a la salida de la ventana.
- Prometí esperar
alegre la salida y esperaba no volver jamás, pero estoy aquí,soy
Frida,Frida Kahlo la paloma que se casó con el elefante, como me
llamaron cuando me casé con Diego Vereda, mi barrigón querido.
Pinté tantos autorretratos porque estaba sola a menudo y soy la
persona que conozco mejor. Yo también tuve, como tú un accidente,
un tranvía chocó contra el autobús en el que viajaba a la salida
del colegio. Los dolores arañaban mi cuerpo cada día, formaban
parte de mi vida pero ahora me doy cuenta que he sido afortunada,
nada me ha sido fácil. Me has llamado, me creaste con la sombra de
tu mano cada noche, a la luz de la lamparita y de tus libros,
haciendo formas con tus dedos, acertaste la de la paloma, le hiciste
un guiño a la vida...Convertir algo penoso en un lugar para la
creación, para mostrar al mundo que no hay límites ni fronteras
para el deseo, es la única forma de vivir. Me equivoqué cuando dije
que mis cuadros no significaban nada salvo para mí, ahora son la
liberación de los cuerpos, de la inhibición de la vida, la bandera
izada hacia la humanidad. - Dicho esto, la miró a los ojos apartando
los nubarrones que azotaban el rostro de la chica empapándolo y
reblandeciéndolo. Su frente se ensanchaba mientras una reguera de
hormigas, a modo de pelitos comenzaron a adornar su dulce semblante.
Su característica uniceja ya estaba formada, cobrando vida y alzando
a Marta con su horizonte en la profundidad de su obra “Árbol de la
Esperanza, mantente firme”. Arrancaron el sol que se alimentaba de
la sangre humana de los sacrificios y alcanzaron la luna, símbolo de
lo femenino. Rodaron con la camilla, con las alas de la alegría, del
deseo y deslizaron el vestido por su piel, pequeño puente enamorado
entre su mundo y el de su fantasía.
En la torpeza del
momento rodaron por entre las grietas de la tierra y cayeron en la
obra “El sueño (la cama)” y bailaron con el esqueleto de papel
maché en el dosel del lecho a modo de burla y se elevaron hasta las
nubes empujadas por las enredaderas que dibujaban la colcha y así,
en un renacer de la vida, Marta despertó con esta frase de Frida,
achurretada y espesa, pegada a la boca: “Amurallar el propio
sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior”
Y a partir de ese día
prefirió no cuestionarse si fue un delirio, un sueño y no dejar
sediento al árbol que daba sol. Ese fue su comienzo de vida. A lo
Frida Khalo, mandó la llevaran al centro de rehabilitación, no ya
en una cama de edredones bordados sino en una camilla ¡con un
esqueleto de vivos colores pintado en una pegatina! Cuando llegó a
la planta había un niña sentada en una silla de ruedas, con las
piernas torcidas, deformadas, que jugaba con las manos haciendo
sombras en la pared. A Marta le pareció que una paloma renacía y
posándose en su alma, en sus pies, en sus manos, su deseo cobró
vida. Se acercó a la niña y le dijo “Te envolverá una pasión
desmedida, las llamas del amor serán inmensas...porque todos, somos
Frida”
Laura López
Me encantó, vaya relato bonito y descriptivo!!
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