QUISIERA QUE ME DEJARAN..., de Ricardo E. Molinari





Quisiera que me dejaran como a un ángel perdido, en el
desierto;
que me olviden así, abrazado y solo, volviendo a una llama seca;
regresando sin temor a la otra noche,
olvidado.
Cuando se nace para vivir en la tierra, bajo un cielo de
vientre de ballena,
la soledad del hombre muerto
quiere salir de la soledad,
hacia toda la inocencia, desterrado.
Cuando me veas devuelto al olvido, abandonado,
ya no me hallarás las flores sobre el ciego hombro,
ni el río melancólico donde mojabas tu cuello
de helecho secado en un jarro.
Arriba está el otro viento. No me digas nada;
hoy tengo la lengua oscura, y el sentimiento,
impenetrable, aborrecido.
El Sur es un llano lento, que nadie entiende,
donde a veces llora una cabeza de caballo
el aire desesperado. Donde mi corazón sale por la tierra
a buscar aliento.

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