ENCRUCIJADA, de Rosa Chacel




Pasamos cerca de la primavera
y más abajo de las noches de luna.
Pasamos a la izquierda de la aurora
y ¡ay!, sobre todo, a espaldas del deseo.
Vamos por un camino próximo
que ni sigue, ni ataja, ni conduce;
un camino olvidado
de todos menos de la brisa
que trae el aura de la ventura,
el polen áspero de los recuerdos
y torbellinos de plumas azules
que sobraron del lujo de los pavos reales…
¿Cuál fue la encrucijada
de faz impenetrable donde erramos?…
Hay una malla en falso
que turba la armonía del dibujo
y la memoria tira del estambre
deshaciendo el dechado hasta su origen…
¡tantos intentos, tantas guirnaldas diseñadas,
monogramas, enlaces, nomeolvides!…
En mi alma hay un olor parecido al pecado,
pero no encuentro la semilla,
ese grano escarlata, diminuto,
que se pierde entre innúmeras,
cotidianas lentejas…
Negar o maldecir sería fácil,
pero la hiedra reverdece
por entre la muralla derruida,
la savia de la fe en las ruinas retoña,
sola se muestra, prófuga del trío
de las hermanas teologales.
Ella es la pertinaz,
la siempre en vano decapitada.
Como el imán al Norte,
Ella mira al amor
por encima del vaho de la marisma,
le mira ciegamente.
La fe, como una flor hambrienta,
agarrada a las rocas cascarudas,
secas, sin poros,
que no trasudan linfa de esperanza,
se quema en su amarillo
sin trascender a caridad.
Como el clavel de muerto,
acremente obstinada,
ardiente contra el viento impío,
le ve pasar, puesto que es viento y pasa.
Y el viento trae y lleva una nube de barro
turbia, sangrienta o desangrada, a veces,
que amenaza y no llega a descubrir su nombre:
aquel error o enigma de torpeza…
¿Cómo saber en qué vuelta del huso
se formó el grumo de la culpa,
en qué azar o vaivén de lanzadera
se interpuso la brizna
que sobre el hoy proyecta su guadaña?
Punto por punto atrás van desnudándose
perfiles por el musgo recubiertos,
trazos bajo la niebla guarecidos,
gradas, umbrales
por donde el pie pasaba y no advertía
el sabor de la piedra ni el del trébol.
La oruga, devanando el laberinto
en torno, con su hilo
cada vez más delgado y doloroso,
se extenúa y se exprime, retrayéndose…
Una vez más, un giro nuevamente
antes que se haga oscuro.

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