LA ESENCIA HUMANA, de William Blake


No existiría la piedad
si no hiciéramos a alguien pobre;
y la Misericordia no tendría lugar
si todos fuesen tan felices como nosotros.

El miedo compartido trae la paz
hasta que los amores egoístas aumentan.
Entonces la crueldad urde una trampa
y siembra con cuidado sus cebos.

Se sienta con sagrados temores
y riega la tierra con lágrimas;
la humildad echa entonces raíces
bajo sus plantas.

No tarda en extender la lúgubre sombra
del misterio sobre su cabeza;
y la oruga y la mosca
se alimentan de misterio.

Luego crece del árbol el fruto del engaño,
rojizo y dulce al paladar,
y el cuervo teje su ido
en su más espesa somBra.

Los dioses de la tierra y el mar
escrutaron la naturaleza para hallar este árbol,
pero vana resultó la búsqueda:
crece uno en cada cerebro humano.

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