AL ATARDECER, de Vladimir Nabokov


Junto al mismo banco, al atardecer,

como en los días de mi juventud,

sabéis bien cómo, al atardecer,

con un abejorro y una nube de vivos colores,

en el banco del asiento medio podrido,

en lo alto sobre el río encarnado,

como entonces, en aquellos días lejanos,

sonríe y aparta el rostro,

si a las almas de los muertos hace tiempo

les es a veces dado regresar. –— Berlín, 1935


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