LA MUERTE MEDITADA, de Giuseppe Ungaretti




 Canto primero

Oh hermana de la sombra,
Nocturna cuando la luz tiene más fuerza,
Me sigues, muerte.

En un jardín puro
Te dio a luz la avidez ingenua
Y la paz se perdió,
Pensativa muerte,
Sobre tu boca.

Desde ese momento
Te oigo en el fluir de la mente
Ahondar lejanías,
Emula sufriente de lo eterno.

Madre venenosa de los siglos
En el pavor del latido
Y de la soledad,

Belleza castigada y risueña,

En el entorpecimiento de la carne
Soñadora huidiza,

Atleta sin sueño
De nuestra grandeza,

Cuando me hayas domado, dime:
¿En la melancolía de los vivos
Volará largo tiempo mi sombra?

Canto segundo

Cava las vidas íntimas
De nuestra máscara infeliz
(Clausura de infinito)
Con blandura fanática
La sombría vigilia de los padres.

Muerte, muda palabra,
Arena dispuesta como un lecho
Por la sangre,
Te oigo cantar como una cigarra
En la rosa enlutada de los reflejos.

Canto tercero

Graba las arrugas secretas
De nuestra máscara infeliz
La befa infinita de los padres.

Tú, en la luz honda,
Oh confuso silencio,
Insistes como las cigarras iracundas.

Canto cuarto

Nubes me tomaron de la mano.
Quemo sobre la colina espacio y tiempo,
Como un mensajero tuyo,
Como el sueño, divina muerte.

Canto quinto

Has cerrado los ojos.

Nace una noche
Llena de fosas falsas,
De sonidos muertos
Como de corchos
De redes tendidas en el agua.

Tus manos se hacen un soplo
De inviolables lejanías,
Inaferrables como las ideas.

Y el equívoco de la luna
Y el balanceo, dulcísimos,
Si los quieres posar sobre mis ojos,
Tocan el alma.

Eres la mujer que pasa
Como un hoja

Y dejas en los árboles un fuego de otoño.

Canto sexto

Oh bella presa,
Voz nocturna,
Tus movimientos
Fomentan la fiebre.
Sólo tú, memoria demente,
Podías capturar la libertad.

Sobre tu carne inaferrable
Y vacilante dentro de espejos turbios,

¿Qué delitos, sueño,
No me enseñaste a consumar?

Con vosotros, fantasmas, nunca tengo reservas,

Y de vuestros remordimientos tengo lleno el corazón

Cuando es de día.

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