CORA, de Francisco Urondo




tu fragilidad a la que simone martini
hubiese dado el golpe de gracia
tu temor ácido a los hoteles
a los huecos del porvenir

tus presentimientos de abandonada
tu deseo sometiendo los médanos
la soledad
las osamentas

y ese algo que inexperta
no podías controlar ni contradecir
eso que estaba más allá del ensueño
del jerez constelado

más allá de la ingenuidad y del recelo
del filo de los pícaros
de la espuma de los inocentes

eso parecido a la aventura
que se escabullía en la penumbra
de tus grandes zaguanes
aquello que incendiabas para permanecer
los últimos navíos
lo que indagaba la pampa sin decir nada
aquello que te deja con cierta tibieza mexicana en el corazón

sonriendo pálidamente al fuego que nada devolverá
que se quedará con todo

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