ANUNCIACIÓN DE OHRID, de LEOPOLDO DE LUIS





La Anunciación de Ohrid tiene un arcángel
con sólo un ala al aire decidida.
Bajo un dosel la Virgen es un sueño
de primavera en dulce expectativa.
Acumulando siglos las paredes
su oración de color dan todavía:
un ala las sostiene, la otra cae
como música un punto suspendida.

Quizá a través del tiempo, adivinando
nuestro vivir, nos da el lejano artista
la lección de que un ala, sólo un ala,
basta, si es pura, a sostener la vida.
Sueños de luz y soplos de esperanza
en un ala, inseguros, se deslizan,
un ala que se bate contra el viento
amargo y de su cólera nos libra.

La libertad no tiene más que un ala,
no tiene más que un ala la alegría
y si el pozo del tiempo contemplamos
vemos que madre fue un ala benigna.

¿Qué es el amor, sino un ala desnuda
que busca inútilmente compañía?
También ser joven es volar tan sólo
con un ala envidiosa de la cima.
Años abajo, de un ala depende
que nuestra armazón salve de la ruina.

Todo en el aire está, todo es un vuelo
peligroso, ¿qué pluma lo amortigua?

Voy a rezar al ángel de Ohrid para
que me preste su ala compasiva.

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