DESNUDO Y PARA SIEMPRE, de Carilda Oliver Labra




Errática,
sin vino,
profesional del fósforo,
cuando tú
haciendo un remolino de ilusiones,
con ese estruendo del laurel,
desnudo y para siempre entraste bajo el agua.
 
Un poco desasida,
como mirándome los pies,
cuando tú,
domingo rápido,
parada del vidrio,
hincaste el baño con tu gesto de animal profundo.
 
El agua,
ay,
quedó colgando entre mis ojos y tu carne
como una telaraña,
desnudándote más.
Entendida por el demonio,
bárbara,
tuve un acceso de locura,
un punto apenas de explosión atómica,
un apogeo del clavel preciso
y creí.
 
(Creer es desear tu sexo y darle de comer a una paloma)
 
Se fue cayendo
la mañana.
El vicio de la estrella
saliendo así de entre tus párpados
era la luz
que yo he llamado lágrima;
relámpago que empieza aquí y después de verle
no morimos.

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