CONDUCE TUS PROPÓSITOS, de Alma Fuerte

   



1.-Conduce tus propósitos a lo largo de las dificultades y las agresiones como el general a su ejercicio, y el gaucho a su arreo, esto es: sin olvidarse del destino que has elegido y sin desintegrar el núcleo de tus ideales, en beneficio de uno solo de ellos.
  
2.-Defiende tus intereses como defenderías -si eres
noblemente organizado-, los intereses de tu vecino confiados a tu honradez, inteligencia y laboriosidad.
 
3.-Vive la vida como una vida ajena; es decir: como quisieras que tu compañero, que tu hermano, que tu hijo, viviera la suya.
 
4.-No hagas tragedia. No des a tus dolores las proporciones de una catástrofe, ni la resonancia de una entrada triunfal a cada una de tus glorias.        
   
5.- El día y las noche son las tarjas métricas del año; tú tarjarás hasta tus horas y tus minutos, con tarjas de luz, y 
llenarás tus días de tanta labor y de tanta presencia de espíritu, que cada uno de ellos pueda ser recordado con justo orgullo.
  
6.-No hagas punto final ni en el buen éxito primero, ni en el primer contratiempo: que tus derrotas y tus victorias te estimulen.
 
7.-Que tu vida sea justa y que tu muerte sea tachada de
injusta.
 
8.-Deja trabajo en preparación para los que te sobrevivan. Procede como las mujeres hacendosas: ellas reniegan siempre de la entrada del sol y presencian su salida.
 
9.-No seas frío como el témpano, ni abrasador como la boca del horno: la displicencia, lo mismo que los locos 
entusiasmos, son dos pequeñeces.
 
10.-Por más personales, por más contingentes que sean tus ambiciones, siempre habrá algo en ellas que pertenezca al ideal humano: piensa, pues, que tus fracasos y tus triunfos no son del todo tuyos.
 
11.-Consuélate, apláudete y repróchate a ti mismo y serás el fuerte.
 
12.-Detrás de cada fracasado hay un Cristo que pudiera
decir: «No lloréis sobre mí, mujeres de Jerusalén; llorad sobre vosotras y sobre vuestros hijos».
 
13.-El mundo está lleno de genios anónimos que esperan
su turno; tú eres uno de ellos, cualquiera que seas.
 
14.-Ser propietario de una cabeza cualquiera es lo fundamental; la oportunidad de la coronación es lo de menos. Porque nadie podría hacerse una cabeza; pero todos, con un poco de esfuerzo, y otro tanto de buena suerte, pueden con- quistar una corona. Esto parece paradojal; pero es verdadero en el fondo, como es verdadero decir: «he perdido la cabeza» o «perdí la cabeza»... ¡cuando la llevamos sobre los hombros!
 
15.-Y si tu corona no llega nunca, no te vuelvas taciturno, agresivo y mal pensado; ni vayas a entregar a la madre tierra el cráneo roto del desesperado, o la pulpa adiposa del vicioso, ya hedionda antes de morir: que baje a tu sepultura el cadáver sin mortaja de uno que hubiera podido reinar y merecer el homenaje del mármol y del bronce.
 
16.-Merecer una cosa es lo mismo que poseerla: el que así no lo piensa es porque no es digno de la cosa aquella.

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