MORIR SOBRE LOS CAMPOS, de Alfonsina Storni




Ya quiero que me dejen morir sobre los campos
tendido el cuerpo enfermo. Me traiga el sol sus lampos
y abriéndose las venas a .su calor bendito
vengan a mí caricias de todo el infinito.

   Que no escuche en la hora solemne de mi muerte
la palabra del hombre que oraciones me advierte.
Que no venga mi madre a besarme las manos,
que me den al olvido los recuerdos humanos.

    Que me dejen tendida, solita en la llanura,
y sólo el sol se vuelque portador de blancura
sobre mi cuerpo pobre, sobre mi cuerpo enfermo
como un pájaro helado que aún palpitara yermo.

    Porque así moriré sabiendo que el pecado
no es tal; que si en las flores del jardín he libado,
eran mías sus flores y arranqué las corolas
como el mar ha el derecho de sacudir sus olas!

    Porque así seré buena: olvidaré ambiciones;
justísima, serena, perdonaré traiciones,
y borracha de sol en la hora postrera
tendré un beso en los labios lleno de primavera.

      Moriré en la verdad. iSabré que mis errores,
mis bondades, mis sueños, sólo son los señores
que del castillo erguido en mi alma de atea
saliéronle a la vida recabando pelea!

   Pero que no me tiendan sobre el lecho mezquino

para morir. No pongan el tono vespertino
en mi cuarto pequeño donde se oiga silente
el llanto de la madre que despide al muriente.

  Porque acaso mi alma, libre hoy de cobardía,
se haga como mi cuerpo, pobre, sin energía,
y demande perdón por el dulce pecado
de haber libado miel en el huerto sagrado.

  O acaso, sin derecho, ya que la vida aquesta
si me brindó su acíbar me dio toda su fiesta,
ya me sienta rebelde y maldiga la hora
en que bebí dolor en la copa traidora...

   ¡Oh! ¡No! Toda la paz para morir deseo;
mi sentimiento asceta que el pesar hizo ateo quiere serenidad... ¡
Morir sobre los campos tendida y en mi cuerpo deshaga el sol sus lampos!

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