UN AMANTE ABRASANDO LAS PRENDAS DE SU DAMA, de Juan de Jáuregui

 


Pasó la primavera y el verano
de mi esperanza, y el agravio mío
en la estéril sazón del seco estío
entrega estos despojos a Vulcano;

bien que el sagaz Amor intenta en vano
oponer al incendio un yelo frío,
donde el turbado pecho pierde el brío
y se entorpece la cobarde mano.
Mas la razón que mi derecho ampara

quiero fomente el fuego merecido:
reliquias mueran de memorias mías.
Y el desengaño (como Fénix rara),
que estuvo de mi llama consumido,
vivo renazca entre cenizas frías.

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