BÁRBARO, de Arthurd Rimbaud

 


 Mucho después de los días y de las estaciones, de los seres
    y de los países,
 El estandarte de carne sangrante sobre la seda de los mares
    y de las flores árticas (no existen).
 Repuesto de las viejas marchas heroicas -que todavía nos asaltan
    el corazón y la cabeza-, lejos de los antiguos asesinos,
 ¡Oh!, el estandarte de carne sangrante sobre la seda de los mares
    y de las flores árticas (no existen).
 ¡Dulzuras!
 Las fogatas, lloviendo en ráfagas de escarcha (¡dulzuras!);
    los fuegos en la lluvia del viento de diamantes arrojada
    por el corazón terrestre eternamente carbonizado
    para nosotros. ¡Oh mundo!
 (Lejos de las retiradas y de las viejas llamas,
    que se oyen, que se sienten),
 Las fogatas y las espumas. La música, giro de los abismos
    e impacto de los témpanos en los astros.
 ¡Oh dulzuras, oh mundo, oh música! Y allí, las formas, los
    sudores, las cabelleras y los ojos, flotando. Y las lágrimas
    blancas, hirvientes (¡oh dulzuras!), y la voz femenina que
    llega hasta el fondo de los volcanes y de las grutas árticas.

 El estandarte...

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