AFGANISTAN, de Theodor Fontane

 


Silenciosa del cielo cae la nieve
cuando a Jalalabad llega el jinete.
¿Quién va?” –“Un soldado de su majestad,
traigo noticias de Afganistán.”
¡Afganistán! Lo dijo con tal voz
que media ciudad pronto lo rodeó.
Sir Robert Sale, el propio comandante,
lo ayudó a desmontar del purasangre.
Lo llevaron al cuarto de banderas,
donde arde el fuego en la chimenea.
¡Cómo calienta el fuego, y luz por fin!
Suspiró, dio las gracias, dijo así:
Éramos trece mil la expedición
que en Kabul el camino comenzó.
Mujeres, niños, jefes y soldados,
helados, derrotados, traicionados,
nuestro ejército entero se ha perdido,
ahí fuera vagará quien siga vivo.
Con la ayuda de un dios yo me salvé,
mirad si es que al resto salvar podéis.”
La muralla sir Robert escaló,
soldados y oficiales de él en pos.
Sir Robert dijo : “Cae la nieve espesa.
Si nos buscan, así no nos encuentran,
a ciegas vagarán aun tan cercanos...
Hagamos, pues, que puedan escucharnos.
¡Cantad viejas canciones de la patria!
¡Que toquen las cornetas hasta el alba!”
Así lo hicieron y no se cansaron
de pasar esa noche allí cantando,
primero alegres cántigas inglesas,
después tristes baladas escocesas.
Sonaron las cornetas sin descanso,
como sólo el amor puede lograrlo,
hasta el día siguiente, y uno más.
Inútil hacerlo, e inútil cantar.
Quienes debían oír, no oían nada :
la expedición estaba aniquilada.
De trece mil que eran al comenzar,
sólo uno volvió de Afganistán.

Comentarios