OIGO LA VOZ, de Leopoldo de Luis

 


Oigo tu voz, puente sonoro
por el que entrar hacia tu mundo,
musical galería que conduce
hasta tu reino más oculto.

Suena tu voz, camino audible
por donde subes del profundo
pozo escondido, caracola por
la que tu corazón no es mudo.

Sé que vives por tu palabra,
sé que vivo porque la escucho.
La vida es voz que nos revela,
que nos saca de lo nocturno.

El hombre es vida que va haciéndose,
vida fluyente hacia el futuro,
vago proyecto enamorado
que en la palabra encuentra anuncio.

Oigo las voces de los otros,
casi sibilas, casi augurios.
Me oigo la voz con la que desde
mis soledades me pronuncio.

Palabra: chispa que me suelda
con quien me busca y con quien busco.
Cuerda sonora que nos une,
humana voz, humano nudo.

El corazón es como un río
y la palabra su acueducto.
Cuando suena más honda y grave
es porque habrá llovido mucho.

Oír: saber que entre nosotros
su nombre tiene cada uno,
que cuantos van al lado nuestro
no son fantasmas, no son humo.

Voz, palabra, significado,
realidad audible o escudo
frente al silencio de la nada:
esa mudez, ese sepulcro.

Háblame tú. Que en tu palabra
me llegue un hálito seguro,
que me cerciore realmente
de esta vida a que no renuncio.

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