CUANDO ERA PRIMAVERA EN ESPAÑA, de Emilio Prados

 


Cuando era primavera en España:

frente al mar los espejos

rompían sus barandillas

y el jazmín agrandaba

su diminuta estrella

hasta cumplir el límite

de su aroma en la noche…

¡Cuando era primavera!

 

Cuando era primavera en España:

junto  a la orilla de los ríos,

las grandes mariposas de la luna

fecundaban los cuerpos desnudos

de las muchachas,

y  los nardos crecían silenciosos

dentro del corazón

hasta taparnos la garganta…

¡Cuando era primavera!

 

Cuando era primavera en España:

todas las playas convergían en un anillo

y el mar soñaba entonces,

como el ojo de un pez sobre la arena,

frente a un cielo más limpio

que la paz de una nave, sin viento, en su pupila.

¡Cuando era primavera!

 

Cuando era primavera en España:

los olivos temblaban

adormecidos bajo la sangre azul del día,

mientras que el sol rodaba

desde la piel tan limpia de los toros

al terrón en barbecho

recién movido por la lengua caliente de la azada…

¡Cuando era primavera!

 

Cuando era primavera en España:

los cerezos en flor

se clavaban de un golpe contra el sueño

y los labios crecían,

como la espuma en celo de una aurora,

hasta dejarnos nuestro cuerpo a su espalda,

igual que al agua humilde

de un arroyo que empieza…

¡Cuando era primavera!

 

Cuando era primavera en España:

todos los hombres desnudaban su muerte

y se tendían juntos sobre la tierra,

hasta olvidarse el tiempo

y el corazón tan débil por el que ardían…

¡Cuando era primavera!

 

Cuando era primavera en España:

yo buscaba el cielo,

yo buscaba

las huellas tan antiguas

de mis primeas lágrimas,

y todas las estrellas levantaban mi cuerpo

siempre tendido en una misma arena,

al igual que el perfume tan lento,

nocturno, de las magnolias…

¡Cuando era primavera!

 

Pero, ¡ay!, tan solo

¡cuando era primavera en España…

Solamente en España

antes, cuando era primavera!

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