A LOS QUE VAN A NACER, de Dámaso Alonso

                                        

¡Cuán cerca todavía

de las manos de Dios! ¿Sentís su aliento

rugir entre los cedros del Levante?

¿Hay en vuestras pupilar rabos de oro,

vedijitas, aún, incandescentes,

de la gran lumbrarada creadora?

¿O fraguasteis, tal vez, en su sonrisa

-sonrisillas de Dios, niños dormidos-

y juerga en vu



estras salas,

niño eternal, gran inventor de juegos?

Oh, vosotros le veis, seres profundos,

y saltáis en el vientre de la madre.

 

¿Qué peces de colores

os surcan aguas del dorado sueño?

¿Qué divinos esquifes

-juguetes sin engaño-

cruzan el día albar de vuestro cauce?

¿De qué extraña ladera

son esas pedrezuelas diminutas

que bullen al manar de vuestras aguas?

Oh fuentes silenciosas.

Oh soterradas fuentes

de los enormes ríos de la vida.

 

Seréis torrente en furia

que va a rodar al páramo. Seréis

indagación y grito sin respuesta.

Ay, guardad esta luz estremecida.

Ay, refrenad el agua,

volved al centro exacto.

Ay de vosotros

 

…Ay de estos cieguecitos

de leche no cuajada,

de tierna pulpa vegetal, dormida.

Ay, copos de manteca,

que hacia el mercado vais –de sus ordeños

modelados por Dios, aún en su música,

con las gotas aún de su rocío-

entre las verdes hojas de los úteros.

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