GUAJIRAS BURLESCAS DE LOS BANQUEROS ALEGRES Y DESESPERADOS DE WALL STREET, de Rafael Alberti

1

Mi sangre es un yacimiento
de emisiones petroleras,
que por mis manos ligeras
circulan sin miramiento.
Yo soy el tanto por ciento
de un crédito hipotecario,
que es una mina de plata
al cuello de un millonario.

2

Por rayos de mi cabeza
yo muevo un cañaveral,
un loro verde, un turpial,
dulceros de mi tristeza.
Como signo de grandeza
sin sombra de sacarina,
mi real escudo ilumina,
bajo lombrices y flores,
la herencia de mis mayores:
“Tengo azúcar en la orina”.

3

Guerra en el Extremo Oriente,
y de los ferrocarriles,
miles y miles y miles
de millones de excedente.
Perdido en tierra caliente,
pienso, pues que estallará
la estrella que anunciará
que el mundo se desmorona,
comprar yo solo la Zona
del Istmo de Panamá.

4

El desarrollo bancario
de Venus, Saturno y Marte
me impone ser arte y parte
del Trust Interplanetario.
Como anuncio extraordinario
e inicial, yo colgaría,
lustrando la astronomía
que va del cielo al infierno,
un Jehová, sempiterno
rey de la banca judía.

5

Reembolsos de mis empresas,
intereses devengados,
consorcios acumulados,
todo pavesas, pavesas.
Excedente, ¡cuánto pesas
en el chaquet del banquero!
(chaquet que por un sendero
camina de rama en rama,
pidiendo al fin a la grama
servir de sepulturero).

6

Materias primas me cantan
mi cartera de caimán.
Los empréstitos se van
dragándome la garganta.
Si el comunismo me espanta
como un insondable abismo,
que se lleve el comunismo
todo cuanto ahora poseo.
Y en un yate de recreo
naufrague el imperialismo.

la lumbre del sol bancario
resumido en mi corbata,

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