FRAGMENTO DE "UNA HABITACIÓN PROPIA", de Virginia Wolf




Mr. John Langdon Davies advierte a las mujeres que «cuando los niños dejen por completo de ser deseables, las mujeres dejarán del todo de ser necesarias». Espero que toméis buena nota.

¿Qué más os puedo decir que os incite a entregaros a la labor de vivir? Muchachas, podría deciros, y os ruego prestéis atención porque empieza la peroración, sois, en mi opinión, vergonzosamente ignorantes. Nunca habéis hecho ningún descubrimiento de importancia. Nunca habéis sacudido un imperio ni conducido un ejército a la batalla. Las obras de Shakespeare no las habéis escrito vosotras ni nunca habéis iniciado una raza de salvajes a las bendiciones de la civilización. ¿Qué excusa tenéis? Lo arregláis todo señalando las calles, las plazas y los bosques del globo donde pululan habitantes negros, blancos y color café, todos muy ocupados en traficar, negociar y amar, y diciendo que habéis tenido otro trabajo que hacer. Sin vosotras, decís, nadie hubiera navegado por estos mares y estas tierras fértiles serían un desierto.
«Hemos traído al mundo, criado, lavado e instruido, quizás hasta los seis o siete años, a los mil seiscientos veintitrés millones de humanos que, según las estadísticas, existen actualmente y esto, aunque algunas de nosotras hayan contado con ayuda, toma tiempo.» Hay algo de verdad en lo que decís, no lo negaré. Pero permitidme al mismo tiempo recordaros que desde el año 1866 han funcionado en Inglaterra como mínimo dos colegios universitarios de mujeres; que a partir del año 1880 la ley ha autorizado a las mujeres casadas a ser dueñas de sus propios bienes y que en el año 1919 —es decir, hace ya nueve largos años— se le concedió el voto a la mujer. Os recordaré también que pronto hará diez años que la mayoría de las profesiones os están permitidas. Si reflexionáis sobre estos inmensos privilegios y el tiempo que hace que venís disfrutando de ellos, y sobre el hecho de que deben de haber actualmente unas dos mil mujeres capaces de ganar quinientas libras al año, admitiréis que la excusa de que os han faltado las oportunidades, la preparación, el estímulo, el tiempo y el dinero necesarios no os sirve. Además, los economistas nos dicen que Mrs. Seton ha tenido demasiados niños. Debéis, naturalmente, seguir teniendo niños, pero dos o tres cada una, dicen, no diez o doce. Así, pues, con un poco de tiempo en vuestras manos y unos cuantos conocimientos librescos en vuestros cerebros —de los otros ya tenéis bastantes y en parte os envían a la universidad, sospecho, para que no os eduquéis— sin duda entraréis en otra etapa de vuestra larga, laboriosa y oscurísima carrera. Mil plumas están preparadas para deciros lo que debéis hacer y qué efecto tendréis. Mi propia sugerencia es un tanto fantástica, lo admito; prefiero, pues, presentarla en forma de fantasía.

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