I
Entre la vida que no me pertenece, el amor
y la vida que soy, la locura.
La poesía,
puede llenar todo ese vacío.
Hablaba siempre en silencio sin decirle nada.
Ella pensaba en el futuro.
Estábamos así,
sentados uno frente al otro desde hacía siglos.
Mi voz sonaba hueca
entre los perfumes violentos de sus nalgas,
abiertas como manantiales,
como vertientes cristalinas de rocío,
abriéndose al pequeño sol de la mañana.
Mi voz se perdía entre la acústica marea.
Sigilosos movimientos de su cuerpo,
vulva enamorada,
vulva de miel, diamante enfurecido,
espesa vulva azucarada,
sella en mis labios el silencio.
Más que escuchar mi voz,
Ella,
seguía pensando en el futuro.
Cabalgando feroz en su locura,
yo soy ese pequeño sol de la mañana.
Rómpete,
como se rompe e] cristal haciendo música
y Ella se rompía sin escucharme.
Bailábamos.
Éramos como un hombre y una mujer bajando.
Ella me besaba las mejillas
y en ese ardor, yo le decía que la amaba.
Después,
éramos capaces de detener la música
para mirarnos, francamente a los ojos.
En silencio nos sabíamos famosos,
reyes del gesto,
opíparos comensales del amor,
mirarnos,
era como amor.
Después, aún
seguimos danzando levemente.
Instante de las formas,
caídos, uno sobre el otro, yo no decía nada.
ella, era el futuro.
Escribiré en silencio
y la poesía,
alforja delirante,
silencio perenne que necesita mi voz para vivir,
llena mi vida de sorpresas.
Hiriente,
jactándose se su momentáneo poder
sobre mis nervios, habla para mí.
Yo soy Ella y Ella es la Poesía,
juntas,
como si nos hubiesen arrancado a la tierra,
de la misma raíz, ocupamos,
un solo espacio en tu corazón.
Somos el mismo tiempo. Ella y la Poesía aman vestirse con las mejores sedas. Nutren sus cuerpos manjares únicos. Siempre ambicionan estar en otros brazos Abre sus ojos y pregunta, Sus ronquidos son el bravío mar Ruidos ardientes Su piel, Mujer de fuego, Poesía de fuego, II En plena noche, Ella sigue siendo mi luz Ella produce luz cuando vibra su cuerpo, Abro los ojos para verla temblar Cuando su cuerpo recorre los escándalos de la noche, cuando su cuerpo se detiene, violín interminable, como una música loca de silencio Al compás de los últimos movimientos de su cuerpo Cuando la lluvia te parte el corazón, las heladas razones del odio, en tu cuerpo, Y el gris, Reina la noche y, sin embargo, Se contornea y salta entre la muerte y la locura, su cuerpo es el amor, es el amor que nos lleva más lejos que la muerte. Amor no sabe nada de la vida Amor no reina sobre nada, Yo era el inefable hombre de las cavernas, |
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